Smartworking, una nueva forma de entender el trabajo en el sector farmacéutico
Roche Farma implanta en España un modelo laboral 100% que destierra el presentismo y permite que sea el empleado el que decida en cada momento dónde quiere trabajar
España es uno de los primeros países del mundo en los que Roche ha puesto en marcha este nuevo modelo
A través de una app en el móvil, los empleados pueden reservar escritorio, horario y plaza de aparcamiento
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¿Deben ser los propios empleados los que decidan dónde desarrollar su trabajo, y en qué franjas horarias? ¿La oficina debe ser un lugar para trabajo individual o decidirse a reuniones de equipos? ¿Aumenta la productividad el teletrabajo? A estos y otros interrogantes viene a responder Smartworking, un nuevo modelo de trabajo 100% flexible que ha comenzado a aplicarse este otoño en la filial española de la biotecnológica Roche y que ha despertado ya el interés de otras compañías farmacéuticas innovadoras.
«Aunque ya antes de la pandemia existía en Roche una cultura de teletrabajo, con un día a la semana en el que se podía trabajar desde casa, hemos querido ahora dar un paso más y, a partir de los aprendizajes de esta etapa tan compleja, dar total flexibilidad a nuestros profesionales para que sean ellos quienes decidan cuándo van a teletrabajar y cuándo necesitan ir a la oficina, por supuesto respetando en todo momento la normativa vigente al respecto», explica Mariano Torres (Granada, 1980), People & Culture Head de Roche Farma España.
El modelo de Smartworking busca combinar lo mejor de la presencialidad, como las interacciones entre compañeros para poner en marcha nuevos proyectos y desarrollar nuevas ideas, y lo mejor del teletrabajo, como la autonomía a la hora de organizar el trabajo y ahorro de costes y tiempos de desplazamiento. «Queremos que nuestros profesionales puedan realizar su labor en las mejores condiciones posibles, con todos los medios que podamos ofrecer y además de una forma que puedan conciliar su vida profesional con su vida personal y familiar», agrega.
Torres recuerda que Roche, que cuenta con más de 2.000 empleados en España, fue una de las primeras empresas en mandar a casa a la práctica totalidad de sus profesionales cuando se desató la pandemia, con el fin de priorizar su salud y su seguridad, y la de sus familias, por encima de cualquier otra consideración de tipo organizativo o empresarial.
Durante todos aquellos meses, y tras ofrecer a los empleados distintas ayudas e incentivos para asegurar que podían desarrollar su labor profesional desde el domicilio con todas las garantías, los resultados demostraron que el modelo funcionaba, y que, una vez superada la urgencia de las primeras olas de contagios por coronavirus, se podía seguir avanzando en la misma línea.
«Eso sí, vimos que era necesario enriquecer el modelo y desarrollarlo para que se mantenga en el futuro sobre la base de la flexibilidad total y la máxima confianza en nuestros profesionales, añade Mariano Torres. Tras su puesta en marcha en octubre, el modelo sigue funcionando, entre otras cosas porque no se trata de una mera respuesta a la situación que hemos vivido, sino que forma parte de un profundo proceso de transformación que ya venía afrontando la compañía en todo el mundo, y también en España años para convertirnos en una compañía con todavía mayor orientación científica, más ágil y flexible».
Es importante tener en cuenta que, en el caso de Roche, la aplicación de Smartworking ha venido precedida por un proceso de escucha activa a los propios empleados, que se decantaron por esta opción de forma mayoritaria en una encuesta interna realizada por la compañía.
Adiós a los despachos
Un modelo de este tipo, que ya ha despertado el interés de otras compañías del sector, conlleva necesariamente cambios en las instalaciones de la compañía con el fin de, por una parte, reducir el número de puestos convencionales y, por otra, generar nuevos espacios colaborativos para mantener reuniones (presenciales, híbridas o virtuales).
Esto ha supuesto, entre otras cosas, la desaparición de los despachos y que los puestos dejan de estar asignados. Así, cada empleado elige su lugar de trabajo, cada día que decide ir a la oficina, mediante una app instalada en su móvil o su ordenador portátil. De esta forma, son los propios equipos y los empleados los que decidirán cómo organizarse, si bien la recomendación de la empresa es acudir a las instalaciones solo cuando sea realmente necesario.
Al mismo tiempo, el modelo de Smartworking ha hecho necesaria una ampliación de los beneficios sociales, que incluyen ayudas a la compra de material para el teletrabajo y mejoras de equipamiento, ayudas para el transporte público o parking gratuito, manteniéndose distintos servicios para el empleado que ya estaban vigentes con anterioridad en el ámbito de cuidado de personas dependientes, trámites administrativos, asesoramiento legal y fiscal, asistencia sanitaria, actividades de fitness, etcétera.
«Ya no podemos entender una forma de trabajo basada exclusivamente en la presencialidad, al menos en sectores como el de la industria farmacéutica innovadora. Todos los días vemos cómo crece la demanda social de flexibilidad en el contexto y no podíamos ser ajenos a ello, había no solo que adaptarse, sino incluso adelantarse. Y es lo que hemos hecho», indica Mariano Torres, que concluye con un mensaje muy claro, y es que el nivel de exigencia hacia los empleados «en ningún caso se reduce con este modelo, sino más bien al contrario: la idea es que sean más eficientes y consigan mejores resultados. Y más en un momento tan complejo como el actual».